“Me aterroriza, me da pánico. Desde que Internet ha convertido al mundo en una aldea global, tengo pesadillas. Sueño (no pocas veces) que decenas o cientos de personas llegan a mi ciudad y derriban muros, incendian museos y van por la calle pregonando a pleno pulmón que estamos a las puertas del cambio. Que ha llegado el Tercer Príncipe.” Quien me contó esto, me asustó a mí.
Esa noche, simplemente cerré el chat y me acosté. Pero llevo dos días dándole vueltas. ¿A qué se refería con lo del Tercer Príncipe? El resto de ideas están bastante claras. Internet es la puerta que se ha abierto y ha dado paso a todos los cambios que están sucediendo en el mundo; todo ello, gracias a que permite una comunicación masiva. Por lo tanto, Internet es una herramienta: de comunicación y de lucha. Existe comunicación y se produce el conocimiento. Entonces se produce el enfrentamiento de ideas, que no son más que distintas verdades (probablemente todas igual de ciertas) y llega la lucha. Natural. Por eso en Túnez se produce una revolución, al igual que está sucediendo en Egipto estos días y más países previamente.
Pero hoy, por fin, se ha vuelto a conectar y me ha explicado qué es el Tercer Príncipe. Según me ha contado, mi amiga estaba leyendo un libro llamado “Adiós a la Verdad” de Gianni Vattimo, cuando éste hace mención a Maquiavelo. Según el autor, Maquiavelo pudo haber cometido el error de ceder el poder, la facultad de manipular la Verdad, a la figura del Príncipe. Aunque, continúa Vattimo, posteriormente se marcó al Partido (el partido político presente en todo gobierno democrático) como el “moderno Príncipe.” Aquí, mi amiga me ha explicado la relación que ve entre lo que el autor dice e Internet:
El príncipe original, después los partidos políticos y, ahora, Internet. ¿No te das cuentas de que todo va a cambiar? No ha sido el parlamento quien ha hecho a los jóvenes iraníes, tunecinos o egipcios moverse. Ha sido Internet y la voluntad de las personas. Por fin tenemos al que será el último poder. Y a ello lo llamo el Tercer Príncipe.
El problema es que yo me considero bastante escéptico con todo este asunto, así que, para poder ser objetivo, he pedido que me dé algún ejemplo factible. Ella me ha explicado que todos los Gobiernos del mundo tienen miedo. Miedo de Internet. Por eso lo han cerrado en Egipto y lo han censurado en casi todos los países del mundo, a través de herramientas por todos conocidas y usadas. Después, mi amiga ha tardado menos de cinco minutos en añadir un texto escrito hace 498 años por Maquiavelo que sirve para justificar todo esto: “Pues, en verdad, no hay otro modo seguro de poseer tales Estados que destruyéndolos. Y quien pasa a ser señor de una ciudad [Llamémosla Internet] acostumbrada a vivir libre y no la destruye, que espere ser destruido por ella, pues en la rebelión siempre encontrará refugio y justificación en el nombre de la libertad y en sus antiguas instituciones, cosas que jamás se olvidan a pesar del paso del tiempo y de la generosidad del nuevo señor.» Entendamos como «señor» a los Gobiernos del mundo. La explicación podría haber sido más clara, pero creo que podemos entender su significado.
Cuando me he despedido, me ha repetido de forma condensada lo mismo que he copiado al principio de la primera conversación. Y refiriéndose a Internet ha dicho: “Me aterroriza desde que ha llegado el Tercer Príncipe.”
Pues sí, Internet da miedo, pero es ese miedo de responsabilidad que, siendo serio, se supera. Es el miedo que, supongo, se tiene al manejar cualquier arma, para lo bueno y para lo malo. También es el miedo que provoca la masa: aunque las intenciones originarias sean buenas, la gente tiene la capacidad de distorsionarlas. Esos efectos también hay que tenerlos en cuenta.
Internet supone una gran herramienta social y de protesta. Se ve en los casos tunecinos y egipcios, en las protestas contra la Ley Sinde o en la victoria electoral de Obama. En todos ellos, la gente pide cambios y se organiza difícilmente imaginable sin Internet. No hay quién les pare.
Y sí, los Gobiernos tienen mucho miedo, algo que a sus representantes no les deja pensar con claridad. De hecho, en Egipto no se han cortado a tirar por tierra las líneas telefónicas y censurar a algún que otro medio para intentar sofocar lo que, a menudo, es imposible de impedir.
@Francisco Gallego
En efecto, compartimos un miedo de doble filo. Miedo (o quizás sea ansia) hacia lo que nos espera en un futuro pero, a su vez, miedo por cómo pueda ser utilizado nuestro recientemente adquirido poder.
Debemos ser conscientes de que Internet es una herramienta que debemos combinar con las acciones de cada individuo. Además, lo que se espera de cada individuo es que sea capaz de elegir con libertad sus movimientos sin ser coartado por ello. ¿Conseguiremos que los Gobiernos se adapten? Y qué sucede con El Tercer Príncipe? ¿Podremos conseguir que este cuerpo, aún un niño, pueda caminar con paso firme y seguro?
Espero que todos hagamos del tópico del «granito de arena» una realidad palpable. Y no sólo con palabras conseguiremos las cosas. Sino con hechos.