La tecnología nos encanta, cada vez avanza más y tenemos dispositivos con una potencia de cálculo espectacular, que hacen cosas que hace años creíamos imposibles pero no están exentos de fallos, ni de roturas, que pueden ocurrir en el momentos menos indicado. Aquí os resumo mi experiencia con mi teléfono (un iPhone 3GS que tenía exactamente 1 año) que dejó de funcionar convenientemente:
El teléfono se apagó súbitamente cuando lo iba a enchufar en su sitio de siempre, donde lleva enchufándose más de un año. Acto seguido (y después de maldecir a Apple, a Movistar y a Endesa, ya que estabamos), llamé al servicio técnico de Movistar, donde no me supieron dar ninguna información.
Al día siguiente, fui a la tienda donde originalmente había comprado el teléfono, allí «casualmente» la persona encargada de soporte técnico no estaba, pues nada, a casita sin el problema solucionado (al menos me comentan que se podrían encargar del teléfono, pero no me lo aseguran).
Un día después, volví a la tienda y me encontré al encargado de soporte técnico, al cual y cito textualmente: «El ordenador, es que hoy no quiere funcionar», que te cuenten esto cuando eres estudiante de Ingeniería Informática… es molesto, y otro día más sin el problema solucionado. Tuvieron que pasar 3 días más hasta que por fin me aceptaron el teléfono, y me dijeron que en 15 días nos dirían algo.
Cual sería mi sorpresa cuando un par de semanas después me llamó el encargado de soporte técnico para decirme que ya tenían mi móvil, y que me lo han cambiado por una unidad nueva. De la factura se hizo cargo la garantía, ya que aunque Apple da un año, Movistar te cubre el segundo.
La conclusión es que, aunque haya perdido 3 días de gestión (y un par de semanas de tarifa de datos), he podido recuperar mi teléfono sin coste (dejando de un lado el transporte hasta la tienda y el tiempo que he perdido en la gestión, que no lo solemos tener en cuenta), sin embargo siempre será menor que el coste de un teléfono nuevo.