El denominado milagro económico español, que ha colocado a España en el TOP 10 de los países más ricos e influyentes del mundo en menos de 20 años, logró impulsar en nuestro país el ocio y la cultura. El mundo de los videojuegos, con una edad sólo un poco más mayor, también ha arraigado profundamente. Pero no es oro todo lo que reluce.
Las cifras que hace un mes publicaba Adese son bastante significativas. Si bien la industria del videojuego cayó un 16%, los 1.200 millones de euros, 200.000 millones de pesetas que genera son espectaculares. Más que cine y música juntos. Y todo ello, sin las fastuosas subvenciones que reciben ni campañas de marketing tan poderosas.
Si nos ponemos en comparativa con el mundo, comprenderemos la magnitud de las cifras. Del segundo mercado mundial de videojuegos, el europeo, España ocupa la tercera plaza, por detrás de Francia e Inglaterra pero delante de países más ricos y con más población como Italia o Alemania. Y del total del mundo, solo nos superan también Japón, USA y Canadá que, sencillamente, juegan en otra liga.
Pero como ya hemos dicho, determinados aspectos no están bien. Algunos son endémicos de la región PAL europea (y que también afecta a nuestros amigos australianos): el pagar casi un 50% más por los mismos juegos, y que estos, además, normalmente, lleguen con retraso de varios meses frente a las versiones japonesa o americana. Pero además, Spain is different.
No es extraño ver que muchos juegos no sean traducidos a nuestro idioma. Poco a poco, la cosa va cambiando, pero sabiendo que el español es la tercera lengua más hablada del mundo resulta más que chocante. Cabe como paradigma el Fragile Dreams que ya analizamos en Games Valley: el juego llega a Europa año después de su salida en Japón…en inglés, francés y alemán. La editora se compromete a utilizar en el juego una traducción hecha por fans a los subtitulos del juego; pero finalmente se echa para atrás y el producto sale a la luz en la lengua de Shakespere y no la de Cervantes.
Otro tema conflictivo es la piratería. España está en la lista negra americana de países “piratas” junto a naciones tan avanzadas y democráticas como Corea del Norte o Albania. De hecho, como se encarga de recordarnos la simpática SGAE, somos el país con más pirateo por habitante y año. Sin duda es un tema a tratar en profundidad, pero las cifras están ahí.
Pese a las grandes ventas, no hay un gran número de españoles entre los principales compañías o desarrolladores de videojuegos. Los franceses tienen Ubisoft, los ingleses grandes estudios de EA…pero en España poco ha salido desde el Commandos. Al menos hay perspectiva de futuro: el número uno en ventas de WiiWare en Japón, el divertidísmo Zombie Panic in Wonderland ha sido realizado a las orillas del Turia.
También hay que lamentar la escasa promoción a nivel mediático del que ya hemos visto es el pilar de la industria cultural española. La presencia de noticias sobre videojuegos en periódicos y televisión, aunque ha crecido, no es suficiente. Solo se salva, como siempre, Internet. Y la verdad es que es ilógico, pues mientras que obras maestras en cine y música cae alguna con suerte cada par de años, en el mismo período podremos hallar una decena juegos para la posteridad.
Por último, es importante destacar que al menos la tendencia es positiva. Medidas como la nominación a Miyamoto al Príncipe de Asturias sin duda son una gran alegría. Como ya comentamos en El camino a seguir, y extrapolado a la sociedad española, los videojuegos ya no son masivamente demonizados. Incluso se pueden convertir en tema de conversación con adultos de generaciones anteriores, lo cual es todo un logro. No podemos pedir que el lanzamiento del Monster Hunter Tri para Wii sea la noticia de portada del informativo del mediodía, ¿pero porqué no soñar con que aparezca en los titulares?